Las plantas carnívoras son casi seres de leyenda. Su mera mención evoca imágenes de películas de aventuras, cuando no de terror. En realidad, sin embargo, estas plantas pueden suponer un interesante reto para los aficionados a la jardinería, uno que les será recompensado con un despliegue de formas y colores, ahora sí, casi de ciencia ficción.
¿Por qué existen plantas que comen insectos?
El mero hecho de que existan plantas carnívoras resulta, de por sí, llamativo. En realidad, este comportamiento no es más que una adaptación al medio: estas especies se encuentran principalmente en lugares con suelos ácidos y pobres en nutrientes, lo que les ha llevado a potenciar las mutaciones que las hacían capaces de capturar insectos como fuente de alimentación.
Y lo han hecho en diversas partes del mundo: aunque tengamos la impresión de que estas plantas provienen de selvas tropicales, en realidad, están presentes en prácticamente todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, hay especies nativas como la Dionaea muscipula (Venus atrapamoscas) y varias especies de Sarracenia; algunas especies de Drosera (‘rocío del sol’) provienen de Sudáfrica; en Australia encontramos especies como el Cephalotus follicularis, conocido como ‘planta jarra australiana’, y las plantas del género Heliamphora son típicas de Venezuela y Brasil.
¡Incluso hay plantas carnívoras en la península ibérica! Aquí existen alrededor de 16 especies autóctonas, incluyendo varias especies de Drosera y Pinguicula. Eso sí, todos estos ejemplares, vengan de donde vengan, tienen algo en común: prosperan en humedales y zonas pantanosas, lo que hace que necesiten altas dosis de humedad cuando las tenemos en casa.
¿Qué cuidados necesitan las plantas carnívoras?
Aunque cada especie tiene sus necesidades específicas, hay algunos cuidados más o menos comunes para todas:
Iluminación
La mayoría de las plantas carnívoras prosperan en climas de temperatura templada, y requieren mucha luz. Por ello, lo ideal es colocarlas en un lugar soleado, preferiblemente con luz solar directa durante 4-6 horas al día.
El exterior puede estar bien siempre que no haya riesgo de temperaturas extremas: valores por debajo de los diez grados y por encima de los 30 podrían ser perjudiciales para muchas de las especies.
En el caso de vivir en un lugar con clima muy seco, es mejor optar por especies adaptadas como Drosophyllum lusitanicum (nativa del Mediterráneo), o algunas especies de Drosera y de Sarracenia.
Humedad
Como hemos visto, la mayoría de estas plantas proceden de entornos muy húmedos. Por ello, lo ideal es mantener una humedad relativa de entre el 60% y el 80%. Esto se puede conseguir teniéndolas en un terrario, rociándolas con agua destilada con un atomizador, colocándolas cerca de un humidificador o, lo que suele ser más común, colocando la maceta sobre una bandeja con agua.
Riego
Las plantas carnívoras deben ser regadas con agua de lluvia, agua tratada mediante procesos de ósmosis inversa o desmineralizada. El agua del grifo contiene minerales que pueden ser perjudiciales para ellas.
El método más común para regarlas es, como hemos visto, el de colocar la maceta en un plato o recipiente hondo con 1-2 cm de agua destilada o de lluvia. Esto permite que el sustrato absorba la humedad necesaria sin encharcarse. En épocas cálidas, es necesario llenar el plato cada vez que el agua se haya absorbido completamente, lo que puede ser cada uno o dos días. En invierno, puedes reducir la frecuencia a 2-3 veces por semana.
La inmersión es buena para especies como Dionaea muscipula (Venus atrapamoscas), Drosera, y Sarracenia. En el caso de otras, como Nepenthes, Cephalotus, y Pinguicula, es más adecuado regar directamente sobre el sustrato, asegurándote de que el agua fluya hacia abajo. Es importante no empapar demasiado la tierra para evitar daños en las raíces. Las Nepenthes requieren riego diario en climas cálidos, mientras que otras especies pueden necesitar riego menos frecuente.
Sustrato
Para el sustrato, utiliza una mezcla especial para plantas carnívoras, con una combinación 1:1 de turba rubia y perlita. No debes añadirles fertilizantes o abonos regulares, ya que pueden dañar a la planta (recuerda que provienen de suelos muy pobres).
¿Hay que alimentar a las plantas carnívoras?
Contrariamente a lo que se podría pensar, no es necesario alimentar manualmente a las plantas carnívoras en la mayoría de los casos: si están en exterior, capturarán suficientes insectos por sí mismas, aunque en interior, puede ser beneficioso ofrecerles uno o dos insectos al mes para promover su crecimiento. Esto es especialmente cierto en primavera y verano, cuando están más activas; en otoño e invierno, las plantas carnívoras entran en un estado de dormancia en el cual su crecimiento se detiene casi por completo.
Pese a su capacidad para atrapar insectos, una sola planta carnívora no podrá acabar con las plagas en casa. Las trampas de las plantas carnívoras suelen cerrarse durante una o dos semanas después de capturar un insecto para digerirlo, lo cual da una idea de su capacidad de alimentarse.
¿Qué plantas carnívoras son las más sencillas para iniciarse?
Al principio, cuidar de una planta carnívora puede parecer una tarea algo compleja para el jardinero principiante (sobre todo, por los altos niveles de humedad que necesita). Sin embargo, hay especies que son más resistentes que otras, como la Drosera capensis. Esta especie prefiere luz brillante e indirecta y el riego a través de inmersión en un platillo con agua destilada. Por su parte, la Pinguicula (‘grasilla’) tiene la ventaja de que puede tolerar condiciones más secas que otras plantas carnívoras, aunque sigue necesitando un sustrato húmedo.
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